IX
Llegó con diez minutos para que fuera la hora. Había estado haciendo tiempo y, de repente, pensó que quizás ese día había salido antes por alguna razón inesperada y echó a correr. Miró el reloj angustiada, pero su reloj era más lento que su desasosiego.
A la calle daban las ventanas de las dependencias donde él debía estar. Había abrigos y chaquetas encima de los armarios. Aún no habían salido.
El corazón le latía en todo el cuerpo. Era la única forma de verse: prolongar un poco la jornada, antes de regresar cada uno a su casa, para poner en orden los apuntes y dedicar aún algunas horas al estudio..
Empezaban a salir. Su corazón, más fuerte. Dos chicas. Treinta segundos después, otras dos. Un chico solo. Otras dos chicas. Dos chicos -¿salen por sexos?-. –Y ¿por qué tardan tanto entre uno y otro? Y entonces salió él. La vio casi de inmediato. Desechó la compañía del otro y quedó con él para el día siguiente.
Y encontraron su espacio, el que ellos creaban cuando se necesitaban. Volver a saludarse, con la emoción primera. Porque ese es el espacio del encuentro. Tantas cosas de que hablar que habrá que posponer, porque no hay tiempo sino para encontrarse.
["ELLA Y ÉL"]