Qué agradecida la tierra
que de reseca que estaba
y agrietada,
muestra ahora un bosquecillo verde
bajo los olivos reciamente
aferrados a sus raíces
tanto que el viento borrascoso, airado,
renuncia a su poder de derribarlos.
Qué agradecida la tierra
que de reseca que estaba
y agrietada,
muestra ahora un bosquecillo verde
bajo los olivos reciamente
aferrados a sus raíces
tanto que el viento borrascoso, airado,
renuncia a su poder de derribarlos.